lunes, 6 de julio de 2020

Diario del fin del mundo #8


Día 82

Leer a Marosa es una experiencia multisensorial. Su universo de marmol y duraznos perfumados -tan sexy, tan nítido, tan animal y provocador- es una invitación a dejarse llevar, una invitación a suspender el mundo y quedarse a vivir ahí con ella, rodeadas de mariposas con cuerpo de hombres, de noches florecidas y oscuridades juguetonas.
Hoy la estudiamos en el taller de Vero Yattah. Es muy hermoso escucharla leer. Se puede aprender mucho leyendo poesía, dijo.

Día 83

Un árbol parece humo y el pasto se volvió amarillo. Por lo menos a dos persona les sirvió como inspiración la consigna que subí a las redes de la biblioteca ¡Que alegría!

Día 84

Mi cuerpo limpio 
sobre 
las sábanas limpias.

Sobre la almohada
bruma de lavanda 
shampoo de kiwi y
Vicente recién bañado.

La leña
terminando de consumirse
en el living.

Día 85

Sigo leyendo a Marosa y me bajé los diarios de Anais Nin, los empecé ayer pero me quedé dormida en la segunda página virtual. 
Me gusta que me pidan recomendaciones literarias. Cargué en el blog de buenos cielos un montón de cuentos de autoras argentinas. Tengo que ultimar detalles y empezar a publicarlos. Es un gran archivo ese blog y sigue creciendo.

Día 86

El paisaje se agita con el viento.
Yo, floto.

Día 87

A veces la brisa
trae su perfume 
como si estuviera al lado mío
preparándose para salir
con su sweter celeste escote en v
y su sonrisa tranquila.

Hoy pensé en mi papá y escribí este poema. Lo imaginé caminando conmigo por las calles de La Falda. Me pregunto ¿qué le hubiera parecido la casa, el barrio? ¿Qué diría de Vicente, del Covid-19, de que estoy sin trabajo? En mi mente lo abracé y me acerqué a su suavidad, a su perfume, a su barba en mi mejilla.

Día 88

Pancho, el farmacéutico, me recomendó diclofenac 100 y dexametasona contra el dolor de mandíbula y oído, causado, supongo, por la muela de juicio. Salvo por  el estómago revuelto, funciona a la perfección la conjunción de  pastillas, por suerte porque la molestia constante me tuvo a maltraer, dormí mucho y mal y casi me dejo vencer por el mal humor.

Día 89

Es domingo, Hay viento. Estoy aburrida y contracturada. No quiero dormir ni hacer nada. El día es un calvario. Me vino por eso ayer dormí tanto y hoy quiero desaparecer. 

Día 90

Siempre hay platos para lavar, como si se reprodujeran cuando no los vemos. Lo bueno es que lavo mirando el cielo, los árboles y a la noche las lucesitas  de las casas en la montaña.
Ya se puede salir pero no lo hicimos, salvo para comprar alimentos y alguna otra cosita. 

Hoy es feriado así que mañana voy a llamar para pedir un turno odontológico a aver si es la muela de juicio lo que me produce la molestia. Las pastillas son mi salvación por estos días.

Que difícil ser cíclica. Estoy en la etapa de abulia, desidia y tristeza, desechando todo lo que no sirve, menstruando con eclipses y mercurio retrógrado. Literalmente me gustaría esfumarme.

Día 91

Silencio sepulcral en el monte y una muela que me atormenta.




domingo, 7 de junio de 2020

Diario del fin del mundo #7

Día 72

“Quizá existe una palabra para designar lo contrario del duelo, lo que se siente no después de que alguien muere sino cuanod de súbito recuperamos a alguien que había permanecido ausente hasta de nuestros sueños.” Alejandro Zambra.

Día 73

Recuperar personas es una sensación extraña y calurosa. Me asusta y me ilusiona. El contraduelo me revoluciona y me mantiene ocupada.

Siempre sufro en alguna parte.

Hacernos cargo de nuestros deseos ¡vaya tarea!

Día 74

Yorgos Lanthimos es unx de mis cineastas favoritos. Esta semana vi Doogtooth y Alpes. Los universos enrarecidos, contenidos y violentos, llenos de poesía y humor negro me interpelan. Sus encuadres poco convencionales aportan a los planteos filosóficos con que carga sus historias. En todas las películas que vi hasta el momento, (The lobster, El sacrificio del ciervo sagrado, La favorita) les tapa los ojos a, por lo menos, unx de sus personajes, o incluye ciegxs. Lo que vemos y lo que no, lo que podemos hacer y cómo lo hacemos teniendo y no teniendo visión. ¿Qué vemos cuando vemos? ¿Qué nos muestran? ¿Cómo sentimos cuando vemos? ¿Cómo la vista nos condiciona?

En Alpes el planteo es la sustitución de personas, cuando muere alguien sus allegados contratan actores para que lxs reemplacen. En Dogtooth sustituye significados y significantes. Habla de la tiranía y responsabilidad que implica formar una familia, pone a la cabeza un padre que abusa del poder y miente para “cuidar” a sus hijxs. Muestra que el adentro puede matarte. El sexo y el incesto es algo recurrente en sus películas, escenas delicadas y pausadas con una carga de violencia inusitada. Busca incomodarnos, confundirnos, romper las estructuras (visuales) que conocemos para hacernos reflexionar. Sus personajes parecen no tener alma.

Día 75

Voy a empezar a subir consignas de escritura a las redes de La Biblio. Siento que participar me nutre.

El sol me pega en la cara, cierro los ojos en silencio.

Norita trajo unas flores que nos ayudan a relajarnos y, como ayer, nos dan ataques de risa.

El indoor se activó de nuevo con unas luces provisorias que armó Nacha, funciona bien. Las plantas crecen, lentas, a su ritmo pero crecen.

Hoy empiezo taller con Verónica Yattah.

Día 76

El taller estuvo re bien. Conocí un par de editoriales (Viajero insomne, Salta el pez y Baltasar editora) y a la poeta Daniela Camozzi, me fascinó. Charlamos sobre la relación entre traductora y autora, la traducción como acto político y de amor, sobre que ningún acto de escritura es un acto inocente, coincidimos en que leemos con nuestra historia encima y en cómo la poesía es un lenguaje no propagandístico, un pacto no utilitario que nos recuerda que hay otrxs.

Día 77

Aves y un zorrito en el jardín
cuatro caballos, un potrillo, un burro
patos, gallaretas, perros, gatos
hoy me crucé con todos estos seres vivos.

Día 78

Hoy empiezo el taller de Andi Nachón. Poesía argentina contemporánea

Mientras leía Desarticulaciones de Sylvia Molloy, libro corto e intenso que reflexiona sobre la memoria, el olvido, el lenguaje, la palabra, la comunicación, los vínculos… un ave pequeña de pecho amarillo y casquito rojo voló sobre la parra pelada y se posó sobre sus ramas.

¿Será que la distancia física nos acerca emocionalmente?

Día 79

El taller de Andi me levantó el ánimo y me activa la mente. Pensar sobre el lenguaje, sobre nuestra subjetividad e identidad, sobre el silencio y leer autoras argentinas, voces claves de nuestra cultura, me nutre. Vimos cómo se instala un yo femenino y como la tensión con el lenguaje atraviesa a todas las mujeres en tanto niega nuestra condición. Hay que apoderarse del lenguaje en términos de apoderarse de una cultura, encontrar nuestra subjetividad, ubicarse como sujeti hablante en un lenguaje que nos construye como objeto. Leímos y hablamos de Alejandra Pizarnik, Rosario Castellanos, Juana Bignozzi, Susana Thenon e Irene Gruss.

Hay en el silencio una clave.

El cotidiano como certeza para ordenar el mundo.

Pensar en términos de sonoridad.

Posibilidades de escritura que comprenden las lecturas.

La hora del poema existe.

Día 80

Salimos del aislamiento obligatorio,
ahora solo rige el distanciamiento social.
Nos podemos ver, nos podemos encontrar
peor no tocar,
podemos salir pero no permanecer,
podemos interactuar pero con protocolos.
Por la ventana pasan imágenes como si fuera la Tv,
me entretengo con las ramas peladas de los árboles
en contraste con el celeste
del cielo despejado, con el vuelo matinal de las aves,
de fondo, las montañas.

Releyendo Desarticulaciones me pregunto
si no tenemos nuestro recuerdos ¿Qué nos queda?
¿El presente?
¿Se puede concebir el futuro si no tenemos conciencia del pasado?
Si nuestra historia personal se nos olvida
¿Quienes somos? ¿en quienes nos transformamos?

Recuerdo al abuelo Luis
perdido en su laguna mental
cristalina como sus ojos
y en sus chispazos de lucidez,
en su mirada clara y llena de cariño
llena de quietud y tristeza.
Recuerdo las travesuras involuntarias
y sus gestos amorosos, genuinos
primero el bastón, luego
la cama ortopédica en el living,
a la abuela cuidándolo hasta el final de su vida
la fortaleza y el amor aguerrido de esa mujer.

Día 81

Acaricié un caballo, vi cotorras, me quemé el paladar, tomé sol. Hace un rato un camión mordió una piedra y rompió el vidrio de la puerta. Ayer vino un zorrito a la puerta de casa, se sentó y nos miró, le dimos una manzana que agarró cuando nos alejamos.

Le mandé mensaje a Mati contándole un recuerdo (que incluye una lluvia torrencial) de cuando teníamos quince/dieciséis años que me vino a la cabeza. Trajo a la charla una noche de lluvia y besos en Roma, escena romántica que tengo borrada de la memoria, de Roma recuerdo poco, parece que nos peleamos bastante. Me dijo que me quiere ver y que me quiere abrazar. Si sucede, ese abrazo va a ser una reconciliación, un cierre a aquella época de dolor y errancia. Un poco me resisto pero no me quiero asustar o negar a recuperar personas y terminar de sanar heridas viejas. El pasado no puede repetirse porque soy otra.

Ayer hablé con Andrés, lo escuché bien, no reímos. Hoy crucé algunos mensajes con Mechi, mi amiga de los siete años con la que no hablaba hace más de quince.

¿Y si la nueva normalidad vira a que no dejemos de usar los barbijos nunca más? ¿Y si la nueva normalidad implicara que en el futuro, por decreto universal, no se pueda vivir sin una mascarilla puesta?

domingo, 31 de mayo de 2020

Diario del fin del mundo #6

Día 62

Empezamos a implementar la estrategia que armé en las redes de la biblioteca. Hoy laburé con eso, me viene bien. Ya veremos si funciona.

El paisaje sonoro del lugar me calma.

Día 63

Esa noche 
el deseo y la cerveza 
hablaron por mi: lo invité a mi casa.
No vino. Tenía ganas y novia
me contó ayer por WhatsApp. 
Le reconocí que estuve mal, 
pero secretamente
no me arrepiento de haberlo hecho
aunque no lo recuerde.

Día 64

Me deslicé por el escalón del living y me di la cabeza contra el borde ¡por suerte! ovalado de la pared. Me salió el chichón más grande y duro de mi vida. A modo de prevención archivé en el placard las pantuflas del accidente. Me puse hielo. Me asusté. Me reí hasta llorar. 

Día 65

Le saqué una garrapata a Vicente. Laburé en el proyecto Biblioteca. Las pocas cosas que implementé se mueven bastante bien.

Es todo confusión 
hasta que 
salgo
y la sierra 
me abraza y como si fuera
un mantra me calma. 

Día 66

Mandé el ensayo sobre antologías eróticas a UOIEA! tengo otros textos para corregir y enviar. Mati me sugirió que escriba sobre Sbarra. La idea me gusta, no se si voy a lograrlo. No puedo distinguir si me niego o simplemente no puedo profundizar en temas que me interesan . La incertidumbre  de la página en blanco me suma más angustia en este contexto, representa más una amenaza que una aliada.

La verdad es que la cuarentena no ha cambiado mi vida cotidiana de manera muy marcada. ¿Es algo que debería afectarme? Lo que si cambian son mis emociones, mis miedos y mis inseguridades. ¿Qué carajos va a pasar? ¿Cuándo podremos abrazar nuevamente a otre ser humano? Me preocupan las futuras medidas restrictivas que puedan (llegar a convertirse) pasar  a ser "la nueva normalidad". Si "la nueva normalidad" no va  a equiparar de una vez por todas las desigualdades de este mundo, más que nueva,  va a ser la normalidad de mierda que ya conocemos pero peor. 

Día 67

De día el clima es agradable, el sol pica; de noche, hielo.  Fui a buscar leña chica para prender el fuego de esta noche. Por suerte el leñador que tengo dentro puede salir. Bajé por Colombia hasta el camino del molino. Crucé el río. En el hotel hicieron poda, llené la bolsa. Alguien tiraba piedras a las ventanas cerradas, pasó un auto destartalado, me crucé con una familia en bicicleta. 

Buscar ramas fue el acontecimiento del día. Me volví porque una piedra me cayó cerca y los dos tipos del auto destartalado me dieron desconfianza. Pensé que no me iban a pasar esas cosas acá pero sigo temiendo que uno o más hombres aparezcan de la nada y me violenten, menos que en capital pero la idea sobrevuela ¿será que siempre me voy a sentir insegura paseando sola?

Desde la ventana de mi habitación puedo ver como cae la tarde entre los árboles y el degradé cálido que le da paso a la noche. de fondo las lucesitas  de las casas en el monte.
Entre tanta incertidumbre y angustia, todos los días soy feliz un rato.

Día 68

¡Ritmo y decepción!

Él insiste, yo me resisto pero lo deseo.  Siempre lo mismo,  me atrae el incorrecto. Más me resisto, más insiste, más me gusta y conflictua el juego que propone. Actualiza mis fantasías, me estimula la escritura y en algunas noches  de esta cuarentena que parece eterna  me hago la ingenua, me vuelvo vulgar, me pongo perra y sin previo aviso corto amable pero abruptamente la situación para que la culpa no se haga carne . 

Escribí un poema que se prende fuego.

Día 69

A la noche, desde la ventana de la cocina, a lo lejos, se ven las  lucesitas de las casas. Detrás de las copas de los árboles se esconde un misterio que revela el otoño: cientos de ojitos  en la sierra se abren y se cierran siguiendo al viento como si fueran estrellas parpadeando.

Le mandé mensaje para que paremos con los jueguitos sexys. Está bien no anteponer un momento de placer sobre los principios. Tuvimos una charla bastante sincera, me agradeció.  Eso también me inspira, saber que tengo razón y que estoy actuando bien. ¡Que se yo! la invitación para hacer un trío estuvo bien aunque sea una mentira. 

Intercambié mails con Mati, me recortó el final del texto donde me proclamo feminista. Le dije que lo vuelva a incluir porque es fundamental. El ida y vuelta suma. Suma recibir sugerencias, intercambiar opiniones, defender posturas, trabajar los textos colectivamente, compartir intereses, leer gente piola, tener algo que decir, tener ganas de contar y  tener un espacio donde poder hacerlo. En la semana sale el N° 4 de UOIEA!

Escribí otro poema incendiario, programé algunas cosas de la Biblio y me anoté en dos talleres gratuitos, uno con Verónica Yattah y otro con Andi Nachón. 

Hablé con Nacho. Le mandé mensaje a Jesús para ver cómo anda. Ni pelota. Dios se da el gusto de responder cuando quiere. 

Día 70

Ayer pensé en mi casa vacía y cerrada desde principio de año, en el piso desierto por la mudanza y el suicidio de Elida, en la cantidad de historias que se esconden en cada uno de nosotrxs y en como se reflejaba la luz en las paredes.

Día 71

Escucho música, bailo y lloro bajo el sol mientras veo un pajarito, sobre una rama, que se va volando y también sonrío. 

Entre ayer y hoy me dedicaron, indirectamente, dos canciones. Amores adolescentes que con sus ansias revelan mis espacios vacíos, los llenan por un rato pero no pueden habitarlos. 

Hoy pude dejar el mundo atrás y respirar.

En portugués "me enamoré" se dice "me apaixonei" ¡me apasioné! Es tan acertado el término, tan hermoso y tanto más descriptivo.

domingo, 24 de mayo de 2020

Diario del fin del mundo #5

Día 52

El mundo es diferente dijo y todo quedó en pausa desde ayer.

Tenemos que aprender nuevas formas de cuidarnos.

Día 53


Estamos en Zona Blanca y pasamos a Fase 4, significa que no hay contagios en la ciudad y que flexibilizan el aislamiento. Se puede salir a dar una vuelta corta. Los nuevos términos militares-apocalípticos me inquietan un poco.

La caminata me despejó la mente, me aireó las emociones. Tantas veces me imaginé paseando por la naturaleza que hacerlo me llena de alegría. Todo a unos pocos pasos de nuestra nueva casa. Nos cruzamos con Chochi, una señora que bien podría ser la bruja de Blancanieves. Nos preguntó nombres y apellidos y dónde vivimos, le respondimos esquivas. 

Día 54


El mundo como lo conocemos cambió pero Ene me dice bella y yo me contento como hace un año y medio atrás. 


Día 55


Corregí un poema, mejoró.

El proyecto Biblioteca camina.

Día 56


Me dice que me extraña. 

No me miente ni me dice la verdad. 
No le creo pero me hace bien que me lo diga. 

Día 57


Lo recuerdo con ternura.

Extraño que nos leamos poemas desnudxs en el medio de mi cama.

Día 58

Charlamos una vez por teléfono: un poco de política, un poco del Covid y cómo nos pega el aislamiento,  un poco de cine, un poco de los viejos tiempos, me contó de sus proyectos, de su vida en familia; yo le conté de los míos, de mi nueva vida en las sierras. Por redes intercambiamos algunas recomendaciones de libros, de series, de películas. Pero hoy sacó el tema y recordamos la noche romana en la que nos acariciamos semidesnudxs en un cuarto donde no eramos lxs únicos. Recordamos la borrachera, las risas, nuestra juventud exultante, la mística de esa casa, la conexión entre nosotrxs, la intensidad del momento y la frustración. No voy a mentir, hubiese estado bien tener sexo virtual o algo por el estilo pero, en cambio, me negué a sus juegos sexys.  


¡sororidad hermana! 


Una cosa es recordar y otra cosa es otra cosa. Repetir mecanismos viejos gastados obsoletos, no está bueno. Me dijo que tengo razón y que le sirve mi sinceridad para repensar cuestiones. Me gustaría creerle pero no lo hago. 


Día 59

El pasado se presenta de diferentes maneras. Lili me mandó un montón de fotos (que no sabía ni que existían) de cuando éramos felices y nuestra familia aún no estaba desmembrada. 

Nos abrazaría a todxs en esa época. 
Me hizo bien volver a verme niña. 
Me hizo bien verme abrazada a mi papá y de la mano de mi mamá. 
Me hizo bien hablar con Lili. 

Día 60


Fue un día de verano en pleno otoño. Tomé sol bastante tiempo.

Vi naranja con los ojos cerrados, aves y mariposas.
No puedo parar de pensar ni sentarme a escribir.

Día 61


Bowie se cayó a la pileta, vino todo mojado con la cabeza seca, asustado y más flaquito.


Hablé Con Fer, es como si hubiéramos hablado ayer aunque haya pasado tanto tiempo. Nuestras vidas cambiaron radicalmente, ella es madre hace un año; yo me mudé de provincia. El abismo entre las dos empezó mucho antes. La idea es estar más conectadas. Me ilusiona poder rescatar nuestra amistad. Espero que podamos lograrlo. 


Hablé con Pablo, es divertido y me hace preguntas que me ayudan a acercarme a mí: ¿qué te apasiona? ¿qué tiene que tener un poema para ser bueno? y cosas por el estilo.




domingo, 17 de mayo de 2020

Diario del fin del mundo #4

Día 42

"Ojalá estuvieras acá" disparó. Intento 
resistirme pero hay algo del deseo manifiesto que me conmueve 
y me enternece (y también 
me fastidia que no me lo diga quien quiero que me quiera). 

Cuando me cae bien me caigo mal. 

Me cae bien cuando no intenta convencerme de no sé qué cosas, eso me irrita. Me irrita el modo adolescente, 
me irritan los recuerdos. Intento 
superarlos junto con
la idea latente de que ser vulnerable es ser débil 
contándole lo que me pasa. 

Diez años después mejor decir que callar.

Tomé 
tres whiskys y 
tres copitas de vino, 
                              todo es más gracioso, más liviano.
Tomé 
dos whiskys más y 
un ron con naranja.

Día 43

Resaca.

En la ducha me entró agua en los oídos, por un rato pareció que estuve bajo el agua. Los sonidos distorsionados, las ideas cerca, el corazón al alcance de la mano y el mundo cotidiano suspendido.

Día 44

Me había olvidado lo bien que me hace vestirme de manera decente y salir a la calle. La vista panorámica de La Falda me airea la mente. 
Pensé en él y no me importa si está bien o si está mal, no quiero. 


Respetar las prioridades, recordarlas.
Cruzar la frontera de la cordura sin miedo de olvidar el camino de regreso.
Prestar atención, despojarse de lo accesorio.
No insistir en los errores. Tener paciencia.
Flotar. Fluir. Amar sin temores.
Respirar.


Día 45

Clorofila.
Luces en la pileta.
Lo impuesto y lo que hacemos de otra manera.
C es mi mejor fantasía. 
Le pongo su cara al amor que pretendo.

Día 46

Soñé que cumplía siete años y que mi papá no llegaba a la fiesta. Mi mamá había decorado con fotos una pared de la casa que no era ninguna de mis casas. Yo me dedicaba a mirarlas y a esperar que llegue mi papá sentada en un sillón comiendo bolitas de cereal bañadas en chocolate. Un hombre al que no le vi la cara se sentó enfrente mío y me explicó que él no podía venir porque estaba muy lejos. Un momento antes de despertar recordé que había muerto.

Es domingo,estoy triste y aburrida.

Día 47

Mi imaginación 
quiere pensar que seríamos 
una pareja alegre, comunicativa y osada
pero se que no, que más bien todo lo contrario.

Vi el amanecer antes de irme a dormir. 
Comienza el frío y no hay nadie a quien abrazar.

Día 48

Lo bueno de que los árboles 
pierdan las hojas y los colores 
es que se ven los pájaros, 
que son muchos, posados sobre las ramas.
El pasto crece 
y todavía
sigue habiendo flores.

Día 49

No pasó nada. Pasó de todo.

Día 50

Todo parece extraño y es tan natural. 
Me quedo quieta y aunque no parezca el mundo se mueve.
Sólo resisto el paso del tiempo mirando pantallas.

Día 51

Me desperté. Sufrí. Me voy a dormir.

domingo, 10 de mayo de 2020

Diario del fin del mundo #3

Día 32

Es domingo, todo el día me dediqué a leer y me voy a permitir no reflexionar y evitar la caída libre. Terminé Apegos feroces. Su sinceridad me hizo sentir liberada y triste.

Día 33

Mariano me habla del dolor, me cuenta del suyo y del trance de la mañana. Es cierto que cuando el dolor es fuerte y constante todo lo demás se desdibuja y el tiempo se vuelve una masa amorfa sin principio ni final. Recuerdo sus gritos de dolor y el sufrimiento, el letargo eterno, los pasillos del hospital, mi impotencia, nuestra angustia, el cansancio, sus descansos velados y la certeza de saber que el dolor iba a aparecer una y otra vez sin reparos y que de la morfina no hay vuelta atrás. El encierro empieza a hacer estragos en mi. Si bien la cárcel que nos conseguimos es espaciosa y luminosa, hay algo de la obligatoriedad que me sofoca la mente. Los miedos y las inseguridades se pasean dentro mío, se vuelven ansiedad, monotonía. 
Creció una flor violeta en el medio del jardín.

Vence tus miedos;
cada uno de ellos es un deseo
que se camufla.
                                         Gurdjieff

Día 34

En el sendero que la gente del lugar armó detrás del alambrado del terreno lindante hay una piedra que parece un zorro echado. El otoño se hace presente y la copa de los árboles se llenan de colores cálidos. Que me guste alguien sin estar obsesionada es un pequeño paso para la humanidad y un gran paso para mi persona. Accionar es la clave. 

Día 35

Hoy va a haber una lluvia de meteoritos (nos la perdimos, fue ayer). Hace calor y el viento suena como una cortina de agua. Gustó la propuesta que hice en la biblioteca, la idea es posicionarla y expandirla más allá del territorio. Nuevo desafío. Me uní a un grupo de facebook que es una biblioteca virtual, bajé libros como en trance, espero leerlos con la misma velocidad.

Día 36

Quisiera ser una medusa.
Deslizarme ágil y fluidamente bajo el agua.
Sentir el elemento denso sostenerme.
Avanzar liviana.

Día 37

Noto los estragos que el aislamiento social obligatorio empieza a hacer en mi mente y en mis sentimientos y pienso en los encierros que no son voluntarios.
Me acuerdo de Walter, que estando preso se volvió evangelista ( más para no pasarla tan mal que por convicción, creo). En lo desquiciante que debe ser vivir tras las rejas en condiciones de hacinamiento y violencia constante.
Recuerdo con tristeza el geriátrico donde abandonaron a la tía María, lleno de viejitxs esperando la muerte solxs y maltratadxs.
Imagino a esas mujeres que no pueden escapar del círculo de la violencia machista y viven sometidas, maltratadas, amenazadas, perseguidas, temerosas y en tantos casos finalmente mueren, es decir, son asesinadas.

Día 38

Terminamos la segunda temporada de After Life, una serie escrita y protagonizada por Ricky Gervais, una comedia negra exquisita. Quedé golpeada, ahora voy a llorar por cualquier boludes mínimo una semana.

Día 39

El jardín está cubierto de gotas plateadas, benteveos de pechitos amarillos y antifaces negros, una especie de gorriones regordetes, unas avecitas de pico largo  y la estrella del día, un pájaro carpintero atigrado de copete rojo. Por la ventana veo también las hojas amarillas de los árboles y la bruma otoñal.
Vicente duerme estirado a mis pies. 
Hoy la lluvia y el silencio me calman.

Día 40

Dormí. Desayuné. Leí. Comí. Dormí.


Día 41

Soñé que hacía parapente por la ciudad con Andrés. Aterrizaba en la esquina de la casa de mi infancia. En el PH estaban mi mamá y mi tía mirando la tele en la habitación de mi mamá. Las extraño a ambas de maneras diferentes, las abrazo en mis sueños.

La noche está fresca y despejada. Después de tantos días lluviosos está bueno ver nítido los árboles, ver las estrellas. 

Laburé en el proyecto de la biblioteca, me pude concentrar un rato largo. Me está por venir. Tengo un hambre voraz y ganas de llorar, no va a tardar en aparecer el fastidio.






domingo, 3 de mayo de 2020

Diario del fin del mundo #2

Día 16

Diez años después él apareció junto con la pandemia.
Las cosas son de otra manera.
Los círculos tienen salida y las esponjas ventanas.

Soñé con ella. Nos besábamos.

Le conseguí clonazepam al perro.

Dormí una siesta.

Día 17

Cuando salgo a comprar algo me agarra paranoia. Vuelvo y me lavo las manos un minuto, dejo las zapatillas afuera, tiro alcohol, limpio lo adquirido, me vuelvo a lavar las manos. A medida que aumentan los días sin salir se me pasa y los segundos recomendados de lavado de manos con jabón se vuelven cinco o una vuelta y media y listo. Me obligo a hacerlo correctamente mientras pienso en lo difícil  que me resulta ubicarme en el aquí y el ahora, en lo difícil que es no poder aguantar veinte segundos haciendo algo. Entonces trato de frenar la ansiedad y vuelvo el lavado de manos una especie de meditación en movimiento, de ubicación inmanente en tiempo y espacio. Basta con ser yo me digo.

Tenemos semillas del INTA: cebolla, zanahoria, habas, puerro, perejil, arvejas, remolacha, rabanitos, achicoria, coliflor. Ya hay algo plantado y creciendo, además de flores.

Hoy vi: una gata peluda, una rata muerta en el medio de la calle, una mantis religiosa, una langosta gigante, mariposas, un cienpies en la pared que parecía muerto pero estaba vivo y se escapó de la basura cuando lo barrí, un caballo que pasó por la puerta de casa y acaricié.

Día 18

Me desnudo frente al espejo y juego a reconocerme.
Después de un rato me rindo.

Día 19

Casi me desmayo en la veterinaria. Mi acting fue una vez finalizada la extracción. Me tuve que sentar y tomar un vaso de agua.
Ayer a la noche, tarde,  fuimos hasta la farmacia del centro. A pesar de que Nacha se sentía mal, el paseo estuvo bien. Noche clara y fresca.

Día 20

Mati  hace una videollamada diez años tarde.
Nacho escucha los mensajes con una semana de delay.
El Dr. Mariano me manda mails y su novela en cuatro entregas.
Andrés me llama a la hora de la siesta.
Marcos le pregunta a mi vieja cómo estoy.
Karen me cuenta que no puede llorar.
Caro rompe la cuarentena y almuerza con una amiga.
Jesús responde por Instagram cuando quiere y quiere poco.

Día 21

¿Existe la música triste o existe música que nos entristece?
La música por su propia cualidad no puede ser triste.
Silencio serrano que habilita mi mente.
Amplios espacios blancos, luminosos, perfumados.

De golpe hay gente que queda tan lejos que no sé cómo volver.

Día 22

Para donde miro hay vida. La naturaleza se abre paso sin pedir permiso y a toda velocidad, complejizando, simplificando y hermoseando todo.
Hoy las mariposas son grandes como la palma de mi mano.
No entiendo bien por qué después de semejante dolor y desilusión que me causó lo sigo queriendo. El amor es así supongo, muta y no necesita explicación. Lo otro que pensé es que lo conocido me da seguridad y que no comprendo bien a qué me refiero con seguridad. Porque una persona que no supo tener ni un solo gesto de cariño y respeto en uno de los peores momentos de mi vida ¿qué seguridad puede darme?
La única certeza en este lío es que ya no tiene poder sobre mí.

¿No encontrar algo es perderlo?

Día 23

Escucho voces que me nombran y se pierden.
El caos es otra manera de orden.


El orden no existe.

Día 24

Soñé que no tenía plan para el sábado a la noche y eso me angustiaba pero como las tres opciones posibles no me convencían elegí la angustia y no el arrepentimiento.

Tengo los ojos pulverizados de mirar tanto tiempo una pantalla pero el alma calma. Leí de un tirón El nervio óptico de María Gainza. Gracias a ella conocí a varios artistas, Rothko fue el que más me gustó. Libro íntimo y profundo que me acompañó de manera muy cálida en este sábado fresco y silencioso.

Día 25

¿Cómo será su ropa de cama / el patio de su casa / el nombre de su gato?
¿Cómo serán sus días de mal humor / sus pies / sus gestos mientras duerme?

Estuve pensando en mis oscuridades,
ese lugar seguro dentro mío que me entumece y me consume,
                                         me apaga.
Me cuesta salir de la parálisis, cuando era joven me atrevía rápidamente a acercarme a quienes me atraían. Ahora, observo obnubilada, escribo agazapada en mi deseo y me resisto a fluir hacia un cuerpo que me seduce.

Pensé en escribirle
                               contarle
                               que le escribo poemas
                               y que me gusta tanto.
Pensé en escribirle
                               hacerle una invitación
                               -cuando termine la cuarentena-
                               a mi casa con jardín
                               para que se despeje
                               y,
                               si tiene ganas,
                               besarnos por horas y horas.

Día 26

Dormí hasta tarde. Existí.


Día 27

Me acompañó al cajero y me esperó a la salida del super. El único que me acaricia es el sol.

Día 28

Le escribí.
No le conté ni que le escribo poemas ni que me gusta tanto pero la invitación está hecha.
No se si considerarlo como un pequeño acto de valentía o una cursilería espantosa.

Lijé las tablas, me aplasté un dedo.

El nervio óptico sigue resonando en mi cabeza. Recordé el fondo de la casa de mi abuela con su marco dorado y las barcazas en el río de los cuadros del tío Manolo; los retratos monocromos del tío Carlos, la abstracción llena de colores del tío Claudio, los interrogantes de mamá, las infantas, las frutas, la etapa azul de Picasso, la habitación de van Gogh y la ventana de Dalí en vivo y en directo.

Día 29

Me respondió amablemente.
Estoy alegre y aterrada.
Los colores y la primera estrella del atardecer son más nítidos que ayer.

Día 30

El día después de saber que existo dentro de su universo cognitivo el mundo sigue siendo un lugar hostil. Pasé la tarde bajo el sol,
desmotivada.

Día 31

Lo más interesante de la mañana fue la taza blanca llena de café sobre el pasto crecido.
Empecé Apegos feroces de Vivían Gornik. Feroz es su escritura desafiante y descriptiva.
Dormí cuatro horas de siesta.
A la noche charlé con otro humano por wa.