El día que Fernanda los
descubrió besándose en el cine Meme supo que vendría algún castigo pero no le
dio importancia porque su confianza en Mauricio crecía con el tiempo, y estaba
convencida de que el amor siempre encuentra sus espacios.
Salió del cine sintiendo todavía los labios de su amante sobre los
suyos y durmió tranquila. Movida por una fuerza interna, que la guiaba con tranquilidad,
decidió no bañarse la mañana siguiente. Ese cambio de hábito cambiaría por
completo su cotidianidad.
Fernanda la había
encerrado pero la libertad llegaba cuando caía la tarde y la sensación se
estiraba hasta el otro día. Los encuentros amorosos con su amante a escondidas
la llenaban de amor mientras acrecentaban el odio pasivo que sentía por su
madre.
Entre mariposas y tragos
amargos transcurrieron los meses del castigo.
La tarde que le
dispararon a Mauricio, Meme sintió que le habían disparado directamente a ella.
Escuchó el estruendo aterrador, entendió lo que sucedía y empezó a sentir que
el dolor le chorreaba caliente por la espalda, la desintegraba. Resolvió no
volver a pronunciar una palabra. Resolvió vivir muriendo y fue entonces que sin
oponerse acató el destino que su madre le impuso.
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