Bla, bla, bla... Me escondo en la enunciación. Hablo de cualquier otra cosa.
Hablo pero en realidad lo observo sigilosa y lo analizo hasta el hartazgo. Calmame me dan ganas de decirle mientras lo distraigo con mi verborragia abarrotada de palabras gastadas, infinitamente repetidas y bien ubicadas para la evasión -que él también practica-.
Calmame las ganas, el amor, el ego.
Calmame los miedos, el cuerpo, la ansiedad.
Serename los pensamientos.
Destruime.
Inventame.
Besame.
Bla, bla, bla... intensidad desperdiciada.
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