La historia comienza con una regresión al pasado a partir de la
memoria evocando un recuerdo frente a la certeza de la muerte. “Muchos años
después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel
Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota…”
Cien años de soledad refleja recurrentemente la
idea de la importancia de la memoria tanto para evocar el pasado como para
eludir a la pérdida y siempre para enfrentar al presente. Hace alusión a la
necesidad de recordar. Distingue un pasado muerto que quiere pasar por presente
vivo y un presente vivo que recupera el pasado.
El olvido aparece como parte constituyente de la memoria y está
omnipresente en la novela como elemento de la trama. El olvido y el rol del
lenguaje para la creación y la percepción de posibles discursos junto con la
dependencia de la memoria colectiva que dan los marcos sociales son elementos
fundamentales del recuerdo. La memoria se forma entre los esquemas establecidos
en una sociedad y su orden simbólico
colectivo. Es decir, cualquier recuerdo existe dentro de un contexto. Los
recuerdos aparecen como contingentes, arbitrarios y dependientes de la
situación del que se acuerda.
La enfermedad del insomnio junto con la amnesia colectiva del pueblo
representan la pérdida de la memoria colectiva. Marca una contraposición entre
olvido y memoria. García Márquez revisa las creencias esenciales de la sociedad
y las relativiza. El peligro genera diferentes respuestas frente al olvido: la
escritura, el restablecimiento del pasado a partir de lectura de cartas y el
proyecto de construcción de una “máquina de la memoria”. Aparecen otras técnicas de conservación como
las prácticas juglares de Francisco el Hombre
y las canciones como manera colectiva y oral de la memoria. En este
contexto el lenguaje se utiliza como medio del recuerdo para la reconstrucción
de la memoria. Esta peste afirma la victoria del lenguaje pero también de la
identidad.
El eje memoria-olvido puede
observarse en el enfrentamiento entre conservadores y liberales y entre
explotados y explotadores. Las facciones dominantes hacen uso del poder escrito
mientras que los liberales y los antiimperialistas hacen uso del carácter oral
de la cultura. Por otro lado existen acontecimientos que residen en el
subconsciente y no se dejan eliminar de la memoria: la descendencia con cola de
cerdo y el trauma de Prudencio Aguilar por ejemplo. Aparece así el concepto de
memoria involuntaria.
El tiempo lineal (la vida de estos
personajes narrada en los pergaminos) cede lugar a un tiempo circular ya que carece de una definición temporal explícita y se detallan
acontecimientos pero sin precisarlos. Hay constantes saltos del presente al
pasado y repentinamente al futuro. Advertimos que el
tiempo es cíclico porque ocurren acontecimientos que se repiten una y otra vez.
No es una circularidad
armónica sino una circularidad infeliz que está marcada por el fracaso. La historia de esta familia es una historia de
repeticiones. El movimiento circular
e inútil simboliza la frustración individual y colectiva.
Se repiten los nombres y cada uno implica rasgos
típicos. Las características de los personajes se heredan de generación en
generación. Los nombres Aureliano y José Arcadio nos hablan del eterno retorno,
de la historia cíclica. Entre las mujeres se repiten las Úrsulas, las Remedios
y las Amarantas. En esta identificación
de rasgos comunes se pierde la individualidad. Todas las generaciones
construyen continuamente para destruir, prisioneras de un círculo vicioso (José
Arcadio Buendía con los pescaditos de oro, el Coronel Aureliano con las 32
guerras, Amaranta teje y desteje el sudario, etc.). La
división entre las funciones de los hombres y de las mujeres perdura los cien
años: los varones son activos y productores, trabajan, se enriquecen, van a la
guerra o están dispuestos a lanzarse a aventuras descomunales. Las mujeres
permanecen en el hogar, se ocupan de las tareas domésticas, en tiempos de
crisis pueden generar algún negocio casero como los animales de caramelos o las
rifas. Los hombres son caprichosos, soñadores, propensos a la ilusión, débiles
y descarriados. En cambio las mujeres son sólidas, constantes y modelos de
estabilidad y orden. Mientras que los hombres son amos y señores del mundo las
mujeres son amas y señoras del hogar. Tiene una autoridad ilimitada sobre los
hijos y nietos, aún cuando estos crecen. Deciden desde la cuna la vocación de
los varones o el final de las mujeres. Existe una atracción apasionada entre
los miembros de la familia.
Los personajes con más de cien años representan la tensión
tradición-modernidad. El pasado no se pasa y el futuro no se advierte. Los
vivos están muertos y se abstraen de la realidad en un largo período de no
existencia. Hay una suspensión entre el mundo de los vivos y el de los muertos
que genera que lo inactual adquiera una actualidad problemática. Los muertos
representan un pasado no superado. Son muertos que no se mueren y se congelan en las obsesiones que los
caracterizan. Simbolizan un pasado tormentoso.
Tanto los fluidos como el color amarillo son aspectos recurrentes.
Simbolizan en la novela lo trágico, la descomposición, la muerte y la pasión.
El amarillo es el signo precedente de la sangre. Amarillas son las bananas y
también el tren que transporta cadáveres. Amarillas son las flores que caen del
cielo cuando muere José Arcadio Buendía, las que salen en el vaso con los
dientes de Melquíades, las que el caballero le da a Remedios, la bella, de
manera de cortejo antes de morir por su amor.
Amarillas son las mariposas que acompañan la relación amorosa y trágica
de Meme y Mauricio Babilonia. Los fluidos aparecen como metáforas que se
desbordan, fluyen o dan asco como en cuestiones escatológicas. Generalmente
están relacionados con lo corporal, la
pasión o con la muerte.
Cabe observar que el olvido y la negación de la memoria están
relacionados con episodios apocalípticos. El olvido influye en la vida de
Macondo. Varios puntos importantes de la
novela residen en lo dudoso de la memoria, tanto individual como colectiva. La
memoria constituida por selección, restringida por el olvido, formada por el
lenguaje y reconstruida en función del contexto constituye un elemento
fundamental en la obra de García Márquez. El libro en si es un espacio, una “máquina
de la memoria” que mantiene vivo el recuerdo del reprimido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario