Como si fuera una sacerdotisa de algún eden, salió al jardín desnuda. El barrio era de casas bajas así que no corría riesgo de que lxs vecinxs la vieran. Y la verdad si alguien la espiaba la tenía sin cuidado. Acarició a su gato con delicadeza y respeto como si se tratara de un tigre y se acostó a tomar sol. Era pleno verano, el sol le quemaba la piel y los ojos. Dejó descansar su mente en las nubes estáticas, su imaginación le regaló un arcoiris antes de quedarse profundamente dormida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario