jueves, 12 de febrero de 2015

Amarcord de Federico Fellini


Narrada en un tono tragicómico y carente de trama lineal, esta gran película, toma como eje focal a una familia de clase media y entrecruza las diferentes historias de los habitantes  de un pueblo en tiempos de la Italia fascista. Todos los personajes son importantes y el pueblo entero es el centro de la trama.
La estructura de la película es cíclica. Esta concepción es una exaltación del ciclo de la vida. Comienza con la llegada de la primavera y pasando por las cuatro estaciones nos sumerge en una trama de ilusiones y tristezas. La trama de la película consiste en la relación y forma de unión de sus diversos personajes perfectamente definidos que llevan adelante una armonía equilibrada ante el aparente caos que nos presenta.
        Los personajes de las películas de Fellini están descritos desde lo poético y lo grotesco y definidos más por su imagen que por su evolución psicológica. La visión conjunta de estos permite abarcar toda su identidad y definición. El hilo conductor son los adolescentes revoltosos que no piensan más que en chicas, sexo y diversión. Los muchachitos fuman en el colegio, hacen bromas, se ríen de los profesores y además "se tocan", como les dice el cura cuando van forzados a confesarse. En su compañía recorremos el entramado físico y moral que forma esta comunidad. Personas de pueblos viejos, de sangre latina y celta, como nos cuenta el abogado local, un señor culto, amante de la historia, elegante, retórico y discreto. Personaje entrañable con el que Fellini se dirige directamente al espectador. Narrador que nos sirve de guía para documentarnos sobre la idiosincrasia del lugar y las personas donde sucede la trama.  La escena de la hoguera de San José, al comienzo, nos presenta a la mayoría de los personajes, situados a medio camino entre lo
cotidiano, lo grotesco y el delirio poético.
La familia italiana está compuesta por: la madre protectora, pilar del hogar; el padre trabajador, gritón y dramático que persigue a los hijos para castigarlos; los hijos, jóvenes inútiles, mimados, pícaros y revoltosos; el abuelo, viejo verde; el tío encantador pero inútil; el tío loco encerrado en un neuropsiquiátrico que desde arriba de un árbol pide a gritos una mujer; y la criada, una chica simpática y parte de la familia. Una casa llena de gritos, constantes luchas verbales y físicas, discusiones de sainete y un amor con tendencia al melodrama, un hogar que siempre se tendrá como el mejor ejemplo.
El ícono sexual para grandes y chicos  está representado por “Gradisca”, una mujer de unos treinta años tan deseable como inalcanzable, sexy y romántica quien espera que aparezca en su vida su Gary Cooper y mientras tanto se entretiene en el cine. Todos la desean, es algo así como patrimonio municipal. A través de ella habla de la  influencia del cine -único referente cultural en una época y lugar- sobre la realidad.
El resto del pueblo se conforma con  padres y madres de familia, adolescentes en pleno despertar sexual; trabajadores, vividores, burgueses, aristócratas, familias prototípicas de la nobleza; la prostituta lasciva, la monja enana, los lindos que parecen salidos de una película; los profesores de la escuela, raros y extravagantes, maniáticos y pintorescos que revelan a la cultura como si fuese cosa de locos; la vendedora de tabaco, Venus exuberante e inabarcable mediante la que se narra la primera experiencia sexual de uno de los chicos, el motociclista que no se deja alcanzar –tal vez en representación del tiempo-,  el músico ciego y un poco loco y todos los elementos marginales pero a la vez integrados en la mecánica de una sociedad. El fascismo está personificado en los mismos personajes del pueblo y presentado de manera ridícula y caricaturesca. Aquí, como en muchos otros casos, Fellini practica la reducción al absurdo de las ideologías representadas  a través del humor y de la risa. Las mujeres, todas ellas –prostitutas, madres, monjas, etc.-  potentes y de una seducción absoluta,  están investidas con la cualidad de lo divino y de lo mágico pero también de lo humano, lo vulgar y lo excelso. En los personajes profundamente humanos y exagerados hay ternura, ingenuidad y un fondo de evidente frustración. La suma de todas las voces se unen para representar al hombre en toda su grandeza y dignidad. 
La sucesión de imágenes en clave cómica y surrealista muestran las peripecias de estos personajes. Desde la celebración en la fogata, las bromas en la escuela, las parodiadas poses fascistas, las confesiones de amor y odiseas sexuales, los grandes pechos de la vendedora, la prostituta y sus deseo insaciables, la espera del príncipe azul,  la iglesia represora en la figura de un cura que le pregunta a los chicos si se tocan, el cine y las riñas familiares hasta el motociclista que nunca se baja de su moto.  Los acontecimientos colectivos abren paso a los individuales conformando la imagen de un tiempo remoto -cargado de erotismo y colmado de cariño- que no volverá. En los Films de Fellini aparece siempre el misterio y la poesía, es por eso que este contiene también escenas de gran lirismo y belleza visual como: la llegada de las estaciones (esporas que anuncian la primavera, un pavo real en medio de una nevada); las barcas esperando en el medio del mar la llegada de un buque que aparece iluminado entre la oscuridad de la noche, como si fuera el reflejo de la vida que no pueden tener; la aparición de un buey entre la espesa niebla en la que se pierde el abuelo mientras piensa que tal vez eso sea la muerte;  los chicos, uno más feo que el otro,  como en un trance haciendo cada cual su extravagante y extraño pase de baile que conforma una coreografía llena de desorden y armonía; y la fiesta de casamiento de “La Gradisca” como escena de clausura, en la que los personajes se despiden de nosotros mirando a cámara.
La música de la película se compone de dos melodías: una que responde a la música tradicional de bandas, alegre, con tinte popular y alma de festejo, aplicada en las situaciones que ocurren en el ámbito colectivo de este pequeño pueblo; y la segunda, liviana, bella, sugerente y cargada de lirismo, mezcla de nostalgia y ensueño. Se trata de una obra musical corta que sin embargo encaja perfectamente por la variedad de melodías y ambientes que genera.
Desde una óptica exagerada y una mirada nostálgica, Fellini hace una crítica e ironiza las relaciones sociales, políticas, familiares y culturales teñidas por los principios católicos y fascistas. Excede los límites de la realidad, juega con lo onírico y expresa la influencia del surrealismo en algunas situaciones generadas por la sociedad. Con humor, dramatismo y fantasía se sumerge en la condición humana para mostrar sus miserias pero también su ternura.  Dentro de un entorno poético abarca al hombre como criatura y como misterio. Propone la vida como espectáculo, el futuro como proyección hacia la muerte, hacia el infinito y el pasado como algo puro que se conserva porque todo empieza allí. Amarcord recrea una atmósfera cercana de manera poética. Habla de amor, de anhelos adolescentes, del florecimiento de la sexualidad, de la amistad, la infancia, el dolor, los sueños, las relaciones familiares, la alegría, el deseo y la realidad de una época. Es una muestra de las pequeñas cosas que dan cuerpo al mundo en el que vivimos. Todo retratado de forma sincera, bajo el sello felliniano y un mágico acompañamiento musical que parece indisociable de las imágenes. Amante de las oposiciones y en contra de un cine grandilocuente, seduce al espectador a través de rupturas y transgresiones.  Los sueños, la verdad, la realidad, lo verosímil son conceptos con los que juega. Los mezcla y nos invita a descubrirlos.


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