Filmada con un presupuesto muy reducido debido a la
crisis económica que sufría Italia el guión se basa en la historia real de un
sacerdote que ayudaba a la resistencia italiana. La acción dramática tiene
lugar en Roma durante la ocupación nazi. Cuenta historias de resistencia y
lucha. La de “Pina” (Magnani), una viuda, madre de un hijo de 8 años, Marcello;
que se cruza con la de Giorgio Manfredi/Luigi Ferraris (Pagliero), comunista, miembro
de la Junta Superior de la Resistencia romana; la de Pietro Pellegrini
(Fabrizi), un cura que asiste a rebeldes y desertores alemanes; y la de
Francesco (Granjacquet), miembro de una publicación clandestina y novio de “Pina”.
Estos personajes junto con los vecinos, los niños y todos los que sufren y luchan
por la libertad, representan al pueblo de Roma, el verdadero protagonista de
esta historia.
Participan
actores aficionados y grandes actores profesionales. Se captan personas reales
en escenarios conocidos (calles, espacios abiertos, casas, iglesia). El relato: sincero, verosímil y auténtico, rompe las
convenciones narrativas hasta ese entonces utilizadas e impone cambios en la
manera de mirar, explicar y narrar. Rossellini muestra el sufrimiento popular
contando la historia de unas personas que no se quedan con los brazos cruzados
ante la ocupación nazi. Se acerca a las
situaciones que generan los totalitarismos de manera espontánea, natural,
sincera y verosímil. Y eso lo logra con una puesta en escena nada artificiosa.
Filma en escenarios reales cargados de elementos documentales que generan una sensación de realidad. A través de un
cine cercano a lo cotidiano y despojado de juicios morales es como logra que el
realismo se apoye en la neutralidad del relato y así reducir el dolor a niveles
soportables para los espectadores.
Lo verosímil podemos encontrarlo: en los escenarios
reales; en los gestos de la cara de Anna Magnani, ícono cinematográfico de la
gente sencilla; en los diálogos; en la madurez de los niños que han vivido una
guerra; en la determinación de un sacerdote que no se queda sin actuar ante los
nazis; en el riesgo que corren los hombres que se comprometen con la
liberación; en la traición, la inmoralidad y el transcurso de los
acontecimientos pero también en la esperanza y el amor para seguir creyendo en
el mañana.
Roma ciudad abierta es una representación creíble y
emocionante del clima de opresión, impunidad, excesos, muerte y lucha que se
vivía en Europa en aquella época. Rechaza la violación de los derechos humanos,
las ideologías totalitarias y los abusos. Enaltece la solidaridad ciudadana, la
capacidad de resistencia, la lucha, la dignidad, la libertad y la esperanza. . E
invita a la tolerancia entre ideologías distintas y a la colaboración para el
bien común.
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