Orlando, un
reportero, es el encargado de narrar la crónica del viaje y el hilo conductor
entre los diversos personajes e historias que tienen lugar en 1914 cuando un
barco de lujo parte para llevar las cenizas de una famosa cantante de ópera,
Edmea Tetua, y arrojarlas frente a la isla en que ella nació
Los personajes
deambulan por la embarcación y forman
parte de un universo único y cerrado, viven situaciones que oscilan entre lo
divertido y lo patético. Son prisioneros de una nave que se dirige a un lugar
mítico e irrecuperable. Cuando hablan de Tetua dan informaciones absolutamente
contradictorias que no nos dejan saber bien cómo fue. Orlando primero se
mantiene al margen de todo y se dedica a explicar a cámara lo que sucede pero a
medida que la película avanza se convierte en un personaje que participa en las
acciones y abandona de a poco la costumbre de hablarle a la cámara. De esta
manera Fellini juega con la idea de narrar. El narrador de esta película e Brechtiano,
en él se conjuga todo el saber Circense,
romántico, tierno y ridículo, influye en la
posibilidad de distanciamiento. El efecto de
distanciamiento tiene la intención de que
el público no se identifique con la representación sino que en todo
momento sepa que la misma es una ficción. La extrañación consiste
en una representación que permite conocer al objeto y al mismo tiempo lo hace
parecer extraño en relación consigo mismo, rompe con el ensimismamiento, vuelve
activo al espectador.
Las
situaciones que viven los personajes acomodados (personas cercanas a la
cantante) se mezclan con el mundo obrero. La travesía del cortejo funerario no viaja por
mares tranquilos, ciertas dificultades de la lucha de clases y el fantasma de
la guerra se ven con la llegada al barco de unos refugiados serbios primero y
con la aparición de un amenazante buque de guerra después. Parece como si
Fellini quisiera subrayar que pese a que esta gente de clase alta vive en un
mundo lujoso y acomodado es inevitable que terminen entrando en contacto con
personas más humildes. Las interpretaciones están condicionadas por lo que Brecht llama “gesto social”, es decir, los
personajes deben elaborarse (actitudes corporales, vocales y expresivas)
teniendo en cuenta que son producto de condiciones sociales y materiales pero
no deben caer en un “reflejo” de la realidad. El realismo que plantea Brecht es
un realismo científico que consta de conocimiento y puesta en evidencia del
proceso de producción, del proceso de emancipación, conocimiento y denuncia del
proceso de explotación. Todos estos procesos aparecen manifestados en el
transcurso de la obra, en las puestas en escena que no disimulan ser
escenografías y en la caracterización de los personajes.
Lo que Fellini
nos quiere mostrar en Y la nave va es el
fin de una época. Es una parodia al mundo de la música, una obra de arte
grotesca que narra un ritual fúnebre donde la represión y la discriminación
están presentes como así también la locura, el amor y la lucha de clases. Aquí,
como en muchos otros casos, Fellini practica la reducción al absurdo de las
ideologías representadas a través del
humor y de la risa.
Los primeros
minutos de la película son un homenaje al cine mudo. Se ven imágenes del puerto
en blanco y negro mientras van llegando los protagonistas. Luego aparece el
sonido y el color. Apuesta por un tratamiento visual artificioso. No trata de
ocultarlo sino más bien lo remarca y agudiza ayudado por la iluminación y el
tratamiento del color. Amante de las oposiciones
y en contra de un cine grandilocuente, seduce al espectador a través de
rupturas y transgresiones.
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