viernes, 8 de mayo de 2015

Lágrimas de lluvia.

Los ruidos de la ciudad aturden mis sentidos.
El balcón me limita la energía que necesita expandirse.
Un perro ladra y me asusta, me distrae.
Y los autos de la avenida, impulsados por una inercia ciega avanzan en sentido lineal.

Cierro los ojos.

El viento me despeina y hace flamear mi vestido.
Me acaricia la cara con olor a libertad.
Gotas microscópicas, como un coro romano, irrumpen prolijas en escena.
El balcón ya no me encierra.

La tormenta avisa pero tarda en llegar.

Un niño ríe a carcajadas como telón de fondo.
Mi padre, agitado, celebra un banquete con los dioses.
Siento la lluvia fresca, respiro, siento la piel.
...



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