martes, 19 de mayo de 2015

Los 400 golpes de Francois Truffaut

La nouvelle vague (Nueva ola) es una corriente cinematográfica francesa surgida a finales de la década del ´50 que  reacciona contra las estructuras del cine de la época. A partir de la experiencia de la  crítica surge la idea de filmar “películas-ensayo”. Estos nuevos directores aspiran a la libertad de expresión y a la libertad técnica. Entre los referentes que inspiraron a esta Nueva Ola encontramos el realismo desgarrado y social del neorrealismo italiano como así también su preferencia por el exterior y sus personajes en clave de  metáfora y la mirada del cine clásico norteamericano.
Esta corriente busca un lenguaje capaz de plasmar la energía e independencia artística. Mediante la puesta en escena y el movimiento de la cámara dotan a las películas de un discurso independiente y autoral. Los Films adoptan una postura más intelectual y artística marcadamente opuesta al cine comercial. El cine se convierte en un instrumento independiente del resto de las artes.
Los 400 golpes de Francois Truffaut  es la película más emblemática de esta corriente cinematográfica ya que propuso una nueva reflexión de los valores sociales de la sociedad francesa. Se trata de una obra cargada de datos autobiográficos del director. El nombre de la película señala un mundo injusto que obliga a despabilarse a los golpes. La historia nos muestra la vida cotidiana de Doniel, un chico de 12 años que vive en París y rompe con varias normas sociales. En ella se retrata la infancia de manera sencilla y humana. La película plantea el conflicto entre lo real y lo ilusorio desde la mirada de un niño. Diferentes Instituciones -la familia, la escuela, la fuerza policial, la justicia, el sistema carcelario- son criticadas a partir de la forma libre de entender la existencia que tiene Doniel. Las continuas travesuras del muchacho incluyen temas como la rebeldía, la omnipotencia, la libertad y la marginalidad.
La veracidad del relato se logra mediante una puesta en escena transparente, donde lo que interesa son los movimientos de los personajes. Hace referencia a libros, películas e íconos culturales. Enfatiza la presencia de la ciudad a través de sonidos urbanos. El director nos genera una simpatía cómplice con este niño conflictivo-aunque tierno e ingenuo- en contraste con el mundo adulto.
Truffaut dota a su cámara de una movilidad incesante. Es un personaje más, sigue  los movimientos de los actores, empapando al relato de cercanía e intimidad. Vemos la acción desde una posición privilegiada, casi somos parte de ella. Usa, de forma notable,  travellings y  encuadres dinámicos como también abundantes panorámicas y secuencias donde usa el recurso de la cámara en mano. La cámara narra, nos habla silenciosamente. Su composición naturalista, elegante, formal, lírica y sobria  nos aproxima con mayor verosimilitud al costumbrismo ficcional instaurado en torno a Doniel.


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