La
nouvelle vague (Nueva ola) es una corriente cinematográfica francesa
surgida a finales de la década del ´50 que
reacciona contra las estructuras del cine de la época. A partir de la
experiencia de la crítica surge la idea
de filmar “películas-ensayo”. Estos nuevos directores aspiran a la libertad de
expresión y a la libertad técnica. Entre los referentes que inspiraron a esta
Nueva Ola encontramos el realismo desgarrado y social del neorrealismo italiano
como así también su preferencia por el exterior y sus personajes en clave
de metáfora y la mirada del cine clásico
norteamericano.
Esta
corriente busca un lenguaje capaz de plasmar la energía e independencia
artística. Mediante la puesta en escena y el movimiento de la cámara dotan a
las películas de un discurso independiente y autoral. Los Films adoptan una
postura más intelectual y artística marcadamente opuesta al cine comercial. El
cine se convierte en un instrumento independiente del resto de las artes.
Los
400 golpes de Francois Truffaut es la película
más emblemática de esta corriente cinematográfica ya que propuso una nueva
reflexión de los valores sociales de la sociedad francesa. Se trata de una obra
cargada de datos autobiográficos del director. El nombre de la película señala
un mundo injusto que obliga a despabilarse a los golpes. La historia nos
muestra la vida cotidiana de Doniel, un chico de 12 años que vive en París y
rompe con varias normas sociales. En ella se retrata la infancia de manera
sencilla y humana. La película plantea el conflicto entre lo real y lo ilusorio
desde la mirada de un niño. Diferentes Instituciones -la familia, la escuela,
la fuerza policial, la justicia, el sistema carcelario- son criticadas a partir
de la forma libre de entender la existencia que tiene Doniel. Las continuas
travesuras del muchacho incluyen temas como la rebeldía, la omnipotencia, la
libertad y la marginalidad.
La
veracidad del relato se logra mediante una puesta en escena transparente, donde
lo que interesa son los movimientos de los personajes. Hace referencia a
libros, películas e íconos culturales. Enfatiza la presencia de la ciudad a
través de sonidos urbanos. El director nos genera una simpatía cómplice con
este niño conflictivo-aunque tierno e ingenuo- en contraste con el mundo
adulto.
Truffaut
dota a su cámara de una movilidad incesante. Es un personaje más, sigue los movimientos de los actores, empapando al
relato de cercanía e intimidad. Vemos la acción desde una posición
privilegiada, casi somos parte de ella. Usa, de forma notable, travellings y
encuadres dinámicos como también abundantes panorámicas y secuencias
donde usa el recurso de la cámara en mano. La cámara narra, nos habla
silenciosamente. Su composición naturalista, elegante, formal, lírica y
sobria nos aproxima con mayor verosimilitud
al costumbrismo ficcional instaurado en torno a Doniel.
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